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Un descubrimiento reciente ha vuelto a poner de moda las enfermedades cardiovaculares y la sus factores de riesgo. El endurecimiento de las arterias, conocido como aterosclerosis, es un signo claro de enfermedad cardiovascular que puede desembocar en infarto cardiaco y cerebral. Es además una de las causas más importantes de muerte en la población mundial y mayoritariamente, se relaciona con alimentos ricos en grasas y un estilo de vida sedentario. Aún quedan muchas preguntas respecto a esta enfermedad por responder. Por ejemplo, la influencia de la dieta y el tipo de dieta, la contribución del ejercicio, el papel de las inflamaciones crónicas, y un largo etcétera. Generalmente, se asume que una incidencia mayor en esta enfermedad esta asociada a un alto consumo de alimentos grasos y poco ejercicio. Siempre se ha considerado que, hace siglos, nuestros ancestros, que se dedicaban a la caza y a la recoleccion, llevaban un tipo de vida mas saludable, no padecian esta enfermedad.

Mummies

Mummies (Photo credit: a2gemma)

Estas generalizaciones son totalmente correctas. Sin embargo, un descubrimiento reciente nos cuenta otra cara de esta historia. Quizás una posibilidad que no se había considerado hasta el momento. Nuestros ancestros también padecían enfermedades cardiovasculares. Sus arterias también tenían las temidas placas de colesterol. Quizás la influencia de la comida basura y el sofá es importante, pero no decisiva del todo.

Un reciente estudio de momias de poblaciones antiguas provenientes de diferentes partes del mundo (Egipto, America y Alaska) ha revelado que algunos de los individuos (hasta el 34% en algunos casos) tenian placas ateroscleroticas. Este hecho ha producido un gran interes y perplejidad en la comunidad cientifica. ?como puede ser esto posible, si se suponia que su estilo de vida era el idoneo para no padecer enfermedades cardiovasculares?

Analizemos la situacion mas detenidamente. En el caso de las momias egipcias, normalmente el estado momificado era alcanzado por los altos miembros de la sociedad. Estos individuos seguramente tenían una dieta rica en alimentos grasos y posiblemente supervisaban las obras en lugar de empujar los bloques de piedra de un lado para otro. Quizás su estilo de vida era más parecido al nuestro, salvando siglos de distancia. En el segundo caso, las momias analizadas (de America y Alaska), cuya conservación se realizó por métodos “naturales” debido a razones climatológicas, podríamos justificar que las placas ateroscleróticas provenían de una dieta rica en alimentos grasos también. En su caso, las inclemencias del tiempo en invierno les obligarían a comer dietas ricas en grasas en las épocas de caza y así compensar las épocas menos favorables.

En cualquier caso, otros factores que contribuyen a la enfermedad cardiovascular, como la inflamación, también deben tenerse en cuenta. Las preguntas siguen presentes. ¿Fue la ateriosclerosis la verdadera causa de su muerte? ¿o ha sido un “hallazgo de necropsia”?. Hasta donde se remonta la enfermedad cardiovascular en el hombre? ¿hemos infravalorado e infradiagnosticado esta enfermedad en el pasado? ¿o es nuestro actual estilo de vida una razón importante para justificar el aumento de la incidencia en nuestra población?.

 A recent discovery has placed cardiovascular disease again in the eye of the hurricane. Atherosclerosis, or the hardening of the arteries, leads to heart disease (stroke, heart attack, and others) and is one of the leading causes of death nowadays and it is mostly blamed on unhealthy food and sedentary lifestyle. The eternal questions remain. How much diet influences cardiovascular disease? What about the contribution of exercise?. How do we assess their individual roles in this disease?. What is the role of inflammation in the whole process? What other factors contribute to it?. It has generally been assumed that the high incidence in cardiovascular disease in our society rested on our unhealthy lifestyle. Couch potatoes and junk food is a bad combination. Our ancestors, dedicated to gathering and/or hunting, were far more healthier than us. No TV programs and no stressful work schedules to juggle with family life. They ate simpler, unprocessed food.

Mummies

Mummies (Photo credit: a2gemma)

Well, there is truth in this statement.Interestingly, though, a recent study shows a different side that we had not taken into consideration. An unexpected side of this disease, if you will. Apparently, our ancestors, several hundred years ago, also suffered cardiovascular disease. Maybe junk food and sedentariness are to blame partially.

An imaging study on mummies from ancient populations in different parts of the world (including Egypt, America, and Alaska) has revealed that well, some of them also had atherosclerotic plaques in their arteries.  Some scratched their heads and asked “how could this be possible when we all thought their lifestyles to be “cardiovascular disease-free”?.

Well. Not so fast. Let’s think about this for a second. In the case of Egyptian mummies, normally wealthy people made it to the mummified state. These wealthy individuals were well fed (and that includes fat from copious banquets) and little exercise. They were probably overseeing construction sites instead of pushing stone blocks. That would explain some things. For the other locations (that is, Alaska and America), where mummies were conserved the “natural” way (that is, not  purposefully embalmed but preserved thanks to extremely cold conditions), we could “blame” these findings on fat diet consumption. Normally, and because of scarce of game during the cold season, they would have to store and/or eat fatty animal products in anticipation for the less favorable times of the year. This could perfectly lead to overloaded arteries over the years.

These observations, together with other factors that are known to trigger atherosclerosis, like inflammation, could be a plausible cause for these findings.  In any case, the question remains. Did they actually die of cardiovascular disease? or was that just a “necropsy” finding, so to speak?. How far back does cardiovascular disease in time and why? Have we then underestimated its diagnosis in the past? Has our lifestyle triggered a higher incidence rate in the population?

Durante los últimos años hemos asistido a un aumento de las intolerancias alimentarias en la población. Cada vez es más común encontrar a individuos intolerantes a la lactosa, el gluten, ciertos aditivos, etc. Y cada vez se empieza a una edad más temprana.

Deténgamonos por un momento a pensar en lo siguiente: supongamos que somos intolerantes a la lactosa. Es decir, no más leche en nuestro café. Los maravillosos cafés con leche se acabaron para siempre. Un momento, quizás haya una solución. Sustituir la leche por otra sustancia como la soja, la ¨leche¨ de almendras, la ¨leche¨de arroz y otros muchos más. Si optamos por esta opción, sin embargo, tenemos un pequeño problema. Hay que pagar un recargo. Ochenta céntimos, sesenta céntimos. Depende de la ciudad, provincia, estado, e incluso el país.

A glass of milk Français : Un verre de lait

Pero la pregunta es muy sencilla. Si somos intolerantes a la lactosa, ¿por qué hay que pagar un recargo por algo de lo que no tenemos culpa?. Nosotros no escogimos ser intolerantes. Es algo fisiológico. La misma analogía se puede aplicar a otro tipo de intolerancias, como la del gluten. Sin embargo, tenemos que pagar un recargo por un tipo de productos para que no alteren nuestro estado de salud. Y además, tenemos que estar agradecidos por el trato al consumidor y la variedad de opciones que tenemos. Con recargo.

Por otra parte, hemos de reconocer el esfuerzo que las tiendas, restaurantes y la industria alimentaria han tenido que realizar en tan poco tiempo para acomodar las necesidades crecientes de grupos dentro de la población que crecen cada vez más. Sin duda, se han tenido que adaptar y ofrecer diferentes opciones para todo tipo de consumidores. Pero no gratuítamente. ¿Por qué no cobrar un recargo también por productos con lactosa o productos con gluten?. Tampoco ellos escogieron ser tolerantes a estos productos. En resumen, y en el futuro, sería muy conveniente que la industria se planteara este dilema y replantearse el hecho de cobrar recargos a determinados grupos de población frente a otros y optar por soluciones que satisfagan a todos.

 

For the past decades, the number of people with food non-allergic hypersensitivity has increased alarmingly. Food intolerance to dairy products, gluten, additives, and many more are becoming increasingly common. Alarmingly, they now start at a very early age.

Based on this reflection, let’s examine the following. Let’s say you are lactose intolerant. This means that you cannot drink milk with your coffee. Those wonderful lattes are forever banished from your life. Oh well, wait. You can substitute soy for milk or any other variety (almond “milk”, rice “milk” and many others). If you go to a coffee shop and ask for a latte or a cappuccino with “dairy” milk, you pay a given price. However, if you request a different kind of “milk”, let’s say soy, you pay extra. Eighty cents, sixty cents; it depends on the store, the state, the city.

A glass of milk Français : Un verre de lait

My question is the following: if I am fructose intolerant, why do I have to pay more for something that it’s physiological and over which I have no control?. I didn’t choose to be intolerant. The same analogy applies to gluten intolerance. I didn’t choose to be gluten intolerant yet I have to pay, or “overpay”, for specific products that won’t threaten my health status. Yet, you’re supposed to be thankful for their customer service and thoughtfulness. At a price.

The other side of the story is certainly understandable. Coffee shops, restaurants and food industry have had to adapt rapidly to this new condition and provide customers with high quality service, i.e. different options. However, they don’t do it for free. They charge a “penalty”. Why not charge it also for those who tolerate fructose or gluten. They did not choose to be tolerant either. At some point in the near future, this will have to change. Products will have to be offered for the same price in order to treat all customers with 100% fairness.

Food for money. Or. Food for thought.

¿Te preguntas alguna vez por qué algunos productos alimenticios son tan adictivos?. Por alguna razón, una vez que los pruebas, no puedes dejar de comerlos. No existe una fórmula mágica para descifrar la adicción a la comida. Pero sí que existen combinaciones que provocan esa sensación y que provocan que sigamos comiendo incluso cuando estamos llenos. Esta fórmula incluye alimentos con altas cantidades de azúcar, grasa, sal, de textura crujiente y apariencia agradable.

Por desgracia, esta fórmula, o variaciones de la misma, se han utilizado en la industria alimentaria durante las pasadas décadas hasta el punto de que algunas voces les acusan de incrementar los problemas de obesidad o las enfermedades cardiovasculares de los consumidores. A veces, algunos productos son auténticos best-sellers basados en su appeal sensorial, si tener en cuenta su contenido nutritivo. Los expertos se han alzado contra estas prácticas y demandan que la industria alimentaria reduzca las proporciones de estos ingredientes en favor de productos más sanos. ¿Por qué sobresaturar la comida con sal, grasa y azúcar?. Intentemos producir alimentos que son más sanos y nutritivos, lo cual no está reñido con alimentos apetecibles por el consumidos.

¿No se supone que la salud y la satisfacción del consumidor son lo primero?

"The New Fred Meyer on Interstate on Lomb...

Do you ever wonder why some foods are so addictive?. You just don’t know why but once you try them, you can’t stop eating them. The craving lingers.

There is no magic formula for food addiction. But there are certain combinations that ensure you will keep on eating even when you are not hungry. That formula includes fatty foods, salty foods, sugary foods, crunchy texture and pleasantly visual foods. There you have it. You’re addicted now.

"The New Fred Meyer on Interstate on Lomb...

Unfortunately, this formula, or variations of it, has been extensively used in the food industry for the past decades to the extent that some blame the food industry on people’s obesity and cardiovascular disease. Sometimes, some products are best-sellers based on their sensory appeal instead of their nutritional content. Expert voices are starting to be heard. They demand that the industry reflects and cuts down on those ingredients towards a healthier product. Why overload food products with salt, sugar, and fat?. Let’s walk towards better products for a better health. Healthy should not be incompatible with tasty and desirable by consumers.

After all, isn’t it all about consumer satisfaction and consumer care?.